29 septiembre 2005

Mis fines de semana... siempre tan intensos

Ya me veía yo haciendo este post sobre el inenarrable y esperadísimo inicio del curso con las fieras, los compis de trabajo y el intento de volver a hacer compatible lo incompatible: la vida familiar, el trabajo y los madrugones, como en el mejor circo de tres pistas… pero no.

Empezar empecé, pero todavía no me había acostumbrado al puto despertador y ya estoy de baja laboral.
Es lo que tiene, que cuando está de ser que no... pues es que no… y por el momento parece que es que no.
Una piche semana de clase y el sábado, sin más ni más, me da un jamacuco que me tiene tirada en cama desde entonces.
A mi cerebro le dices que tiene que empezar a funcionar nuevamente y se colapsa todito.

Voy con el cuento:
Me levanto más fresca que una lechuga de verano pensando pasar un laaargooo “finde” poniendo a punto diversas programaciones posibles y temarios probables... y a los cinco minutos de estar frente al ordenador me da una punzadita como de alfiler en la espalda.

Al rato la punzadita ya era como de martillo hidráulico.
A las dos horas aquello era una puñalada trapera gorda.
Cuatro de la tarde: transformación de Jekyll en Hyde. Ya no era un ser humano más o menos normal… era un ente descontrolado que aullaba de dolor.
No podía sentarme, ni tumbarme, ni caminar. No podía, sencillamente, hacer algo más allá de llorar, gritar y retorcerme.
Diez de la noche: meten a la piltrafa llorosa en un coche y mangados al hospital.


Que no se yo que tienen los hospitales oye, que tú llegas hecha fosfatina y sólo entrar y notar ese olor indefinible a… hospital, y sumergirse en esa estética de… hospital… como que te reduces de tamaño y te deja de doler todo de puro pánico.
Eso me debe de pasar sólo a mí, al resto de los seres normales cuando están malitos ven un médico y se tranquilizan. Yo no. Yo entro por urgencias y juro que todos los médicos que están de guardia, sobre todo los días festivos, tienen más cara de susto que yo mismita y les noto pinta de que todavía están haciendo el bachillerato.
Que me dio por pensar: “Esta médico… me suena la cara… fijo que es alumna mía y me la cargué en septiembre… y ahora la muy cerda se va a vengar…” Es que el dolor intenso me descerebra mucho.

Se empecinaron en hacerme análisis incontables, pruebas múltiples, radiografías varias…
Y venga golpecitos aquí y allá:
_ ¿Te duele aquí?
_ Siiiiiiiiii
_ ¿Y aquí?
_ Que siiiiiiiiiiiiiiiii
_ ¿Y aquí?
_ ¡¡¡Que siiiiiiiii tiaaaaaaaaaaaaaa!!! ¡¡¡Que me duele que jodeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!

Cuando quedó claro que me dolía como para morirme le dijo a una enfermera (que parecía no tener más de doce años):

_ Ponle un goterito con un calmante hasta ver que aparece en las pruebas
“¡Malo! ¿Gotero? ¿Para qué?... Si total yo me voy a ir a mi casa en un plis plas, en cuanto me den un martillazo en la frente o similar para que pierda el conocimiento rápido… y me largo de aquí"
_ ¿Gotero? ¿En vena? ¿En cual vana? ¿Tú crees que yo ahí tengo vena niña?
Ni sangre me quedaba ya del acojono...

_ Mira mona, tú me das una capsulita roja o verde o a rayas de colores, y yo para mi casa más feliz que un ocho…
Pero no. Tenían ese día los goteros en vena de oferta y te ponían tres por el precio de dos.
Vuelve la médico esa de preescolar y dice que me ingresan en planta para observación.
_ ¿En planta?... ¿Que planta?... ¿A quien?... ¿A mi?... ¿Para observarme qué cosa?... No no, ni hablar de eso, si ya casi ni me duele. Me vuelvo a mi casa, allí me hacen un caldito de pollo y a la camita. Si ha sido una bobada venir, si ya verán que esto no es nada…


A las doce de la noche ya estaba yo en la dichosa planta esa, con un camisón a lunares de los que le enseñas el culo a todo dios, pero que da igual porque todo el mundo va enseñándole el suyo a los demás, y con más tubos enganchados al cuerpo que un sistema de fontanería industrial.

_ Mañana pasará el Urólogo para confirmar si hay cálculo en el riñón o si el dolor es debido a otra causa.
Si es que soy una mina, que de puro valiosa me salen diamantes en los riñones. En fin.

Tres días de hospital con sus tres interminables noches.
Con su televisión a moneditas.
Con sus enfermeras llenas de vitalidad, sonrisas, agujas, tensiómetros, termómetros y botellitas de suero.
Poniéndome inyectables en el culo, en la barriga… que digo yo… si ya tengo un gotero ¿por qué no me lo meten todo por ahí en lugar de dejarme como un colador?
Con dieta líquida: Venga agua y caldo sin sal, y más agua, caldo e infusiones, y otra vez agua... El estómago era una piscina de competición y la vejiga un botijo.
Me han hidratado para los próximos tres años.
De la cama al baño cada cinco minutos arrastrando la perola del gotero para hacer pis.

_ Tienes que observar si expulsas arena o piedrecillas con al orina.
_ Si mujer… para observar estoy yo… Oye, por cierto… ¿por qué no me dais alguna cosita de comer que sea más sólida?… es que me estoy empezando a licuar.
_ No. Sólo líquidos hasta próxima orden.

Y yo en un "sinvivir", porque cuando no te dan de comer en un hospital ya se sabe que es porque te van a operar de algo. Se emocionan y te quitan el riñón por que como no chufla bien y total aprovechando que ya estás en ayunas…
Que acojono.

Al final no había cálculo… yo siempre he sido mala para las matemáticas y el calculo no es lo mío. Eso se lo habría dicho yo sin necesidad de tanta hambre y tanto líquido.
Después a ver si era cosa de los huesos. Pues no
O muscular. Pues tampoco.
_ A ver si va a ser de esa operación que te hicieron de columna hace mil años. Vamos a pedir que te vea el neurólogo.
_ Vale, pero yo me voy a mi casa que ya me duele menos… y luego desde allí ya voy viendo…

Y me vine a casa.
Diez días de reposo por… algo que duele que marea… pero que no se sabe lo que es.

Alguien que me conoce muy bien me ha dicho:
_ Lo que te pasa a ti, bonita, es que somatizas el “stress”
Pues a juzgar por lo que machaca… debo de estar somatizando la mala leche de los últimos diez años.

Hoy me han llamado del instituto:
_ Mira, que te cuides mucho. Que te mejores pronto… y sobre todo no te preocupes por nada
_ Ya, eso haré… ¿Y los alumnos?
_ Esos divino, están todos haciendo la ola de pura felicidad.
_ Vale. Que bien se está en casa por dios…


13 septiembre 2005

¿SERÁ QUE ESTOY ALGO NEGATIVA???

Era jueves y mi marido se aburría.

_ ¿Tú no crees que si empiezas el curso sin haber tenido actividad humana conocida, durante casi tres meses, lo mismo te da un pasmo mental o algo?

_ No.

_ Pues yo intuyo que si en estos pocos días que te quedan, antes de tan ansiado momento, haces alguna cosa… la impresión sería menor.

_ Que no.

_ Que si mujer. Algo ligerito, cultural, sin abusar… de espectadora o así.

_ Que no. Calor + Cultura + Actividad = Ronchas y Sarpullidos.

_ Ya verás que no tontina. Estamos en Septiembre el calor no es tan agobiante y se pueden hacer cosas… incluso pensar sin que te de un jamacuco por golpe de calor fulminante. ¿Por qué crees que comienzan las actividades culturales en las ciudades en estas fechas?… porque piensan en la gente como tú mi amor…

_ Si ya, muy gracioso, pero por mucho que digas no tenemos el presupuesto para alegrías, así que vete olvidando de teatros y conciertos. Y del cine ni me hables que no estoy yo para películas forradas de efectos especiales rodeada de adolescentes inflándose a palomitas y coca cola aguada mientras el aire acondicionado me congela hasta los mocos.

_ Si alguna vez te preguntas por qué te quiero tanto, no lo dudes… es por lo positiva, dulce y fácil de contentar que eres corazón.

_ Olvídame.

_ No me des ideas. Mira vamos a ir a un par de inauguraciones que me han invitado. Son divertidas, se ve gente conocida e interesante y se absorbe cultura que siempre queda bien. Arréglate que verás que bien lo pasamos.

_ No tengo arreglo… arréglate tú a ver si puedes…

Total que fuimos de exposiciones. Una en la zona nueva de la city, la otra… en el quinto coño.

La primera era la presentación pública de una colección institucional, de esas que las grandes entidades se empecinan en tener, básicamente porque desgravan impuestos que es un gusto, no por amor al arte no nos engañemos.
El sitio de lo más chic, la iluminación para quedarse ciego de golpe, y el aire acondicionado… como para craquelar los cuadros.
Se trataba de obra gráfica (que siempre es más barata) de pintores españoles más o menos contemporáneos con un poco de todo: Picasso, Miró, Seoane, Tápies, Gerrero, Millares, Palazuelo, Sempere, Chillida, Mompo, Saura, Broto, Barceló…
El cóctel servido por camareros de librea a base de canapés de salmón, hojaldritos, calditos calientes y puñetitas varias amén de bebidas pijas y combinados de todo tipo y condición.
Mientras unas azafatas con cuerpos de escándalo y sonrisa congelada (sin duda debida al aire acondicionado a presión), entregaban folletitos explicativos, a los cerca de doscientos asistentes, ninguno con menos de 120 años (salvo una servidora que no cuenta) repartidos en corritos donde no faltaban políticos, banqueros, loros enjoyados, y algún que otro famosillo. Todos pasando cuatro pueblos de la exposición y atiborrándose de canapés con aire displicente. Demasiadas joyas y trajes de firma para esas horas de la tarde. Ellos compitiendo por quien tiene la barriga menos flácida y la billetera más grande. Ellas por ver quien tiene más estirada la piel y las perlas más gordas.

Creo que mi humilde piercing en la ceja desentonaba notablemente en el entorno.
Cuando yo ya me empezaba a dormir de pura felicidad se empeñó en ir al
segundo evento de la emocionante tarde-noche.

Era una exposición en la zona vieja de la cuidad, o sea, en la otra punta, de un artista joven y conocido solamente en su casa por su familia más cercana.
El lugar: galería nueva en edificio antiguo con interior de diseño… los cuadros se exponen en habitaciones sucesivas como si se tratara de una vivienda incluido el cuarto de baño y el dormitorio con cama y todo. Era súper-mega-fashion de original.
El catering a base de trocitos de queso (me pareció) con hojas de menta (o algo así) nadando en chorritos de aceite de oliva (o cosa similar), bolitas de… algo… con salsa de mono muerto (digo yo) y ajetes tiernos (por la peste más que nada), canapés de albahaca y cilantro (o gilipollez verde e incomestible similar) al soplido de codorniz (como mínimo)… servido todo ello en inmensos rectángulos de cristal que parecían ventanas (cuatro pijaditas en cada mega fuente) y ofrecidos por unas chicos-chicas (no sé bien) con aspecto de góticos tuberculosos. Ojeras violáceas incluidas.
Para beber riquísima agua mineral de manantial de las más altas cumbres y cerveza importada. Eso si la cerveza a morro que queda superbien de informal.
El público… cómo diría yo… variado. La mayor concentración de fauna variopinta que se pueda juntar en trescientos metros cuadrados: Pelos con rastas, pelos con crestas, pelos con calvas, pelos con colores imposibles, piercings incluso en las pestañas, tatuajes hasta en el carné de identidad, ropa hecha jirones, ropa negra, ropa fluorescente, ropa pop, ropa zarrapastrosa, ropa kitsch, pero todo todo…divino de la muerte. Custo debía estar de oferta ese día.
Aquí de aire acondicionado nada de nada, de hecho el calor era como para poner un huevo así que compensamos el frío de antes. Debía de ser por eso que casi nadie hablaba con nadie, sólo se miraban con aburrimiento, mientras veían con cara de estar en otro mundo los diversos video montajes repartidos por el recinto, donde aparecía un tío con los ojos vendados aporreando una pared de color rosa con una sandalia. La repera.
Conocidos nuestros sólo uno, pero hablamos poco porque debía de haberse fumado toda la hierba del campo que rodea su pueblo.
¿Los cuadros?... pues una bonita, a la par que sencilla, mezcla de colores fluorescentes al spray luminoso (lástima de capa de ozono) repartidos sobre lienzo crudo en una noche de locura y frenesí. Pero, como bien puntualizó el autor, los había pintado en pelotas (eso cuenta mucho) después de haber visto una película polaco-japonesa sin subtítulos ciego de ácido mientras tres gallinas cojas sueltas por su taller le picoteaban los pies.
O sea: una mierda.

Cuando volvimos a casa me preguntó:


_ ¿A que te lo has pasado bien?

_ Ideal… si no fuera porque me duelen los pies, y se están dando de bofetadas en mi estómago un cóctel de champán con una cerveza mejicana y tres bolitas de algo gomoso verde y extraño que sabía a sopa maggi. Eso si he hecho vida social con diversos grupos humanos a los que no me une ni la zona horaria.
Ahora si que me siento con fuerzas para comenzar el curso a tope.

_ No será que estás muy negativa???

_ Eso va a ser… si.